Otro año en el abismo

Aunque algunas cifras aparentemente positivas, como el récord de recaudación del cine español de este año, parezcan hablarnos de tiempos felices, la realidad es bien distinta. Sólo en ese sector las condiciones laborales y el número y presupuesto de las producciones siguen a la baja de forma alarmante. Que entre 4 o 5 películas hayan recaudado una meritoria cantidad de dinero no implica la existencia de un sector cinematográfico fuerte y saneado. Lo mismo ocurre en teatro, danza o música.

El gobierno y muchas comunidades siguen recortando en cultura, lo que ha implicado que el número de espectáculos representados sea sensiblemente menor, es decir, una oferta más pobre. Eso sí, con un IVA Cultural que pese a la promesa del gobierno de reducirlo este año, sigue en un insultante 21%, el más alto de Europa. No parece que el descenso de espectadores desde su subida hace dos años, de un 15% sólo en 2013, llame la atención al gobierno, que sigue ingresando dinero a costa de arruinar un sector, lo que conlleva, por consiguiente, a un empeoramiento de las condiciones laborales de sus trabajadores, a un mayor índice de paro en el sector y a una mayor temporalidad.

A su vez varias comunidades están entendiendo la política cultural como otro bien social que puede privatizarse con la falsa promesa de reducir costes y convirtiendo espacios reservados tradicionalmente para la cultura en lugares multiusos que den cobijo también a convenciones y actos de otra índole si el dinero compensa reducir el espacio para la cultura. Se ha privatizado la gestión de numerosos centros culturales con el empeoramiento de las condiciones de trabajo de sus empleados y un sesgo más conservador en la programación de espectáculos donde prima lo económico sobre la variedad o el riesgo.

El sector sigue reclamando la bajada del IVA Cultural, la implantación de una vez por todas de la prometida ley de mecenazgo y un giro en la política cultural como pilar fundamental de la sociedad, pero el gobierno no parece que tenga intención alguna de cambiar nada de esto en el próximo año, por lo que es de esperar que haya que atravesar otros 12 meses de penurias.

Eso sí, al menos los trabajadores del sector siguen en lucha y en algunos casos se han conseguido importantes logros como la firma del convenio teatral en Madrid o el convenio de guionistas a nivel nacional, lo que servirá de base legal para las condiciones laborales de muchos trabajadores con unos mínimos salariales dignos y unas garantías laborales ajustadas a la profesión.

Los técnicos de cine y TV, que por la falta de trabajo y con la excusa de la crisis venían perdiendo derechos y conquistas, están otra vez reivindicando una jornada legal, el pago de las horas extras y el fin de los falsos autónomos.

También siguen adelante las luchas de los trabajadores de centros culturales privatizados o en riesgo de privatización y la de los trabajadores y ex-trabajadores de RTVV, Telemadrid, RTVE y otras cadenas públicas, pidiendo que se reconozca la esencial labor de las radios y televisiones públicas, la restitución de puestos de trabajo suprimidos de forma ilegal y que la justicia haga su trabajo con aquellos que han hecho de muchas televisiones públicas un cortijo ideológico en vez de un espacio público para los ciudadanos.

Esperemos que los esfuerzos que han servido para llegar a pequeñas grandes conquistas sirva de energía para seguir reclamando unas políticas a la altura de un sector que es esencial a la hora de divertir, cultivar y fomentar la reflexión, de crear pensamientos propios y espacios de discusión, de no reducir lo humano a lo económico, porque somos mucho más que engranajes de una maquinaria socioeconómica.