Que el maltrato a la Cultura durante la crisis no haga que nos olvidemos de nuestros derechos, luchemos juntos.

Hoy es uno de Mayo, el día de los trabajadores, y en el sector del espectáculo, como en la gran mayoría, la crisis se ha cebado de una manera cruel. Sin embargo, es uno de los pocos sectores en los que las políticas de estado denotan algo más que una búsqueda de austeridad. Seguimos firmemente convencidos en que el carácter mediático de nuestro sector, en el que, en pleno uso de sus derechos ciudadanos, muchas personas mostraron rechazo a políticas del pasado del mismo partido que ahora nos gobierna, ha motivado un poco disimulado ajuste de cuentas.

No se trata de que la crisis no tenga efecto en el sector, somos una parte más de la sociedad y, como tal, nos afectan las mismas fluctuaciones económicas y la desregulación salvaje de la economía. Se trata de que aprovechando el mal momento que proporcionaba la crisis, el gobierno dejó a nuestro sector prácticamente desamparado. Nos puso el IVA Cultural más alto de toda la Unión Europea (21% frente al 5% de países como Francia), un impuesto que si en otros países refleja un respeto y una conciencia estratégica para la Cultura, aquí la convierte en un supuesto lujo. No olvidemos que la cultura no sólo es una industria, sino un vehículo de transmisión de conocimiento y emociones, dos rasgos claves que nos caracterizan como seres humanos y que son básicos para poder tener sentido crítico como individuos y comunitario como sociedad, algo que obviamente no interesa. También se redujeron las ayudas al sector de forma drástica, como en el caso del cine, donde se prometió compensar esa descenso de ayudas del estado con una Ley del Cine que en cuatro años de gobierno no se ha tenido intención alguna de sacar adelante. El resultado es una industria cinematográfica sin regulación y protección alguna, donde durante el mandato del actual gobierno han cerrado más de 500 empresas vinculadas al sector, donde se han reducido el número de producciones anuales y el presupuesto medio cae a más de la mitad (de 3,2 a 1,4 millones de 2009 a 2014). Y en sectores como las artes escénicas hemos visto cómo la gestión de muchas salas públicas ha pasado a manos privadas, con la consiguiente reducción de puestos de trabajo y rebaja de las condiciones laborales, por no decir que la programación también se ha resentido ya que prima el negocio sobre la diversidad que debería promover un servicio público.


En definitiva, vivimos un momento duro y cruel, donde la falta de trabajo se ha convertido, como en muchos otros sectores, en una herramienta para precarizar las condiciones del mismo, reduciéndose las contrataciones, propiciando una deriva forzada hacia el trabajo autónomo y con remuneraciones irrisorias en muchos casos con la clásica excusa de que "te dedicas a lo que te gusta, no te quejes". Que esta situación no nos haga olvidarnos de que somos PROFESIONALES, y que como tales debemos ser remunerados y respetados, teniendo en cuenta además, las características propias del sector (la temporalidad en unos casos, la alta inversión en equipo técnico en otros).

Sin embargo no dejemos que nos desmoralicen y no olvidemos que tenemos derechos fundamentales que merecen ser reclamados para que no se nos olviden y, sobre todo, no se les olviden a quienes gobiernan o nos pagan.


Muchos de quienes forman parte de la Coordinadora de Trabajadores y Trabajadoras del Espectáculo son sindicatos sectoriales que conocen a la perfección las características del mundo en el que hemos decidido trabajar y que saben que el carácter vocacional del mismo no es excusa para que otros se lo tomen como un hobby remunerado, porque nosotros no lo hacemos. Estos sindicatos han logrado en estos últimos años defender y mejorar convenios laborales, que son el marco legal que rige nuestro trabajo, como ha pasado con la inclusión, por vez primera, de los guionistas en el Convenio Audiovisual de carácter estatal, o con la renovación del Convenio del Teatro en Madrid. Son pequeñas victorias tras las que hay un brutal esfuerzo de sindicatos y asociaciones como la Unión de Actores, ALMA, FAGA, TACE, CNT, UTEMAC, AMPE y muchos más.

Por todo ello, porque sabemos que tú también eres un trabajador que quiere poder demostrar su valía en condiciones dignas, queremos que sepas que tus derechos fundamentales no son negociables y que existen sindicatos que pueden representarte y asesorarte tanto en el ámbito laboral como en el jurídico. La unión hace la fuerza, no dejemos que las políticas del gobierno y las presiones de muchos de quienes nos contratan nos dividan para hacernos más vulnerables y sigan fomentando la competencia salvaje entre nosotros. Luchemos juntos, hazlo con nosotros.